El líder hoy debe tener más que nunca, la capacidad de escucha empática muy bien desarrollada. Para contener las distintas realidades que viven los colaboradores. “Lo que mata es la incertidumbre”, por eso, el saber escucharlos y poder arrojar algunas, aunque pequeñas, certezas, logrará generar un poco de calma para lograr la colaboración.

La organización de hoy se parece mucho a un gran barco lleno de agujeros por los que está entrando el agua. La misión de cada uno de los que estamos dentro del barco es tapar los agujeros, pero también seguir remando para llegar a destino. Si alguno deja de realizar estas dos tareas esenciales, el barco se hundirá.

 

Muchas organizaciones optaron por tirar gente por la borda o suspenderlos, para hacer el barco más ligero y poder llegar más rápido a destino. Quizás había mucho lastre dentro, pero el gran problema es que nadie sabe a ciencia cierta donde está la tierra prometida. Estamos a la deriva, en nuestro barco lleno de agujeros, sin señales de dónde queda la tierra prometida y sin una brújula que nos permita ver por dónde vamos.

 

Con las empresas en donde me toca trabajar o con los amigos empresarios con los que solemos conversar estos temas, hemos encontrado una brújula que estaba guardada en un cajón olvidado: los “valores fundacionales” y el propósito: el “para qué” de la organización.

 

En muchos casos hemos encontrado también que ese “para qué” no está claro o no existe y comenzamos a buscarlo. Siempre hay más que, simplemente la búsqueda de ganar dinero para toda organización. Y si no existiera otro propósito aparte de ello, no queda más remedio que cerrar las puertas, porque este momento de grandes pérdidas económicas.

 

Para dar algunos ejemplos he encontrado que el para qué tiene que ver con un legado, un impacto en la sociedad o en las personas que conforman la empresa. En algunos casos, con un sueño de prosperidad. Pero en todos los casos, siempre hay una figura central, que son las personas que conforman la organización.

 

El capital humano es el capital más importante de una organización, es algo que se dice mucho, pero pocas veces se tiene en cuenta a la hora de gestionar al talento. He escuchado infinidad a líderes decir que sus empresas son como una familia, pero en la práctica se parecían más a una familia tóxica y disfuncional, a las que nadie quiere ir a compartir un almuerzo un domingo y termina yendo obligadamente en algún cumpleaños o velorio.

 

En este barco donde todos los miembros de la organización se encuentran, es importante tapar a todos los agujeros y de manera sincronizada hacia el mismo lado. Lo primero que tiene que generar el líder es la conversación honesta sobre el reconocimiento de la ignorancia de cómo vamos a hacer para llegar a destino, pero la certidumbre de donde estamos parados hoy. Esto servirá para que cada uno de los que están en el barco, tomen consciencia de la necesidad de tapar los agujeros y comenzar a remar.

 

A algunos, naturalmente, los paralizará el miedo, pero el líder deberá inspirar para ayudarlos a salir de esta parálisis, para inspirar a transformar ese miedo en acción. Otros, más escépticos, no creerán en la verdad que se les está planteando. Es función del líder convencerlos de la realidad que ello están viviendo. Pero muchos, si el líder es asertivo y creíble, se pondrán la camiseta y la sudarán para que llegar a destino.

 

El líder hoy debe tener más que nunca, la capacidad de escucha empática muy bien desarrollada. Para contener las distintas realidades que viven los colaboradores. “Lo que mata es la incertidumbre”, por eso, el saber escucharlos y poder arrojar algunas, aunque pequeñas, certezas, logrará generar un poco de calma para lograr la colaboración.

 

Varios mitos se han derribado en este tiempo. Por ejemplo, el teletrabajo es posible en varios ámbitos, incluso un teletrabajo desordenado como el que se gestó, con los niños en la casa por falta de colegio. Que el colaborador se pusiera la camiseta de la empresa, se logró muy rápidamente en algunos casos, quizás por la urgencia y el miedo de tener que esforzarse para conservar el trabajo, pero en muchos casos, donde se les abrió la posibilidad de opinar sobre ideas de mejora para sortear la crisis, he observado ideas brillantes para reducir costos, vender nuevos servicios, llegar mejor al cliente. En la mayoría de casos este canal de escucha no estaba habilitado de una manera tan directa. Pero esta repentina pertenencia por la empresa no durará mucho una vez desvanecida la incertidumbre laboral.

 

En un estudio reciente con más de 300 líderes de recursos humanos, la empresa Big Bienestar, especialista en el cambio climático organizacional, marco que muchos colaboradores habían ganado autonomía respecto del trabajo previo a los confinamientos, pero que líderes habían perdido cercanía con sus colaboradores. Esta pérdida de cercanía es un reto a superar en el nuevo rol del líder, ya que, en muchos casos, la modalidad de teletrabajo será definitiva.

 

El ahorro de tiempo de traslados y el poder pasar más tiempo en la casa con la familia, son derechos adquiridos en este tiempo que difícilmente muchos colaboradores quieran perder.

 

Y si lo miramos desde el punto de vista de la empresa, se pueden ahorrar muchos costos de alquiler o infraestructura si se gestiona el trabajo de esta manera. De todas formas existen todavía obstáculos a superar como los temas de ciberseguridad, la comunicación interna, etc.

El mundo ha cambiado definitivamente y estamos mucho más cerca de definir la nueva normalidad que de volver a la anterior. Muchas organizaciones que han sabido adaptarse a los cambios reinventándose, mientras que las que no pudieron cumplir esto han tenido que cerrar sus puertas.

La naturaleza es sabia y en estos procesos siempre sobrevive el que se sepa adaptar mejor. A pesar de todas las teorías conspirativas que puedan existir, yo creo que el COVID-19 es producto de la naturaleza para regular el sistema una vez más. Hay menos contaminación, los animales se han vuelto a pasear libremente, las personas han recuperado el tiempo con sus familias. La naturaleza tiene estos mecanismos de autorregulación cuando todo se está descomponiendo. Tiempos de crisis, pero también tiempos de oportunidades.